sábado, 25 de febrero de 2012

Los autos locos


En Hyderabad los transportes públicos no son gran cosa.




Tienen un tren metropolitano que, la verdad, nunca he usado, pues no hay ninguna parada cerca de mi casa y muchas veces, tampoco hay una parada cerca del sitio al que quiero ir. Tengo que probarlo, pero a priori, no me convence.






Hay muchas líneas de autobuses que recorren toda la ciudad, pero los buses, además de ser del año de la polca, no suelen detenerse en las paradas. Lo normal es que solo aminoren, con lo que hay que subirse y bajarse en marcha, lo que, si hay mucha gente, se puede convertir en un deporte de riesgo. La primera vez que me subí a un autobús casi me parto la crisma y ya he visto a varios indios pegarse tremendas talegadas al subir o bajar del bus. No, yo paso.




Sí que hay taxis, pero no los ves por las calles a menudo. Tienes que llamar a alguna compañía tipo tele-taxi y “encargarlo”, con la consabida espera. Además, supongo que no serán baratos. Solo cogí un taxi desde el aeropuerto y aunque están muy bien, me parecen poco prácticos.  




Uno puede andar, pero tampoco es una solución muy buena. Además de que esta ciudad es enorme, además de que cruzar la calle es una loca aventura, resulta que casi no hay aceras. Cuando las hay, suelen estar destrozadas como si fuesen zona de guerra y cuando no lo están, un penetrante olor te indica porqué nadie las usa… para andar.




Así que nos quedan nuestros amigos los autorickshaws, llamados aquí simplemente autos. Ya los conocéis, son estos escuetos motocarros con bocina tipo Harpo Marx y aire acondicionado “de serie”. También tienen un taxímetro, pero en muchos casos es meramente ornamental o incluso está trucado.

A la hora de coger un rickshaw se supone que hay dos opciones: usar el meter o negociar el precio de antemano y pagarlo al llegar a tu destino. A veces utilizan una táctica intermedia y te piden "lo que marque más X", por que tú lo vales, vamos, en plan L´Oréal. Cuando uno es extranjero, sin embrago, los conductores se muestran, en principio, reacios a usar el taxímetro y prefieren pedirte el oro y el moro. Puedes insistir en que usen el meter y puede que lo logres, pero a menos que te conozcas la ciudad y que estés dispuesto a meter al driver en vereda si te la lía, pues tampoco es un avance.

Lo normal es negociar y esto es una aventura en sí misma. Dos conductores que esperan a tres metros el uno del otro te pueden pedir cantidades con cien rupias de diferencia o más. Algunos parecen seguir un código ético no escrito, según el cual nunca subirán a un extranjero a su auto por menos de 70 rupias, sea cual sea la distancia a recorrer. Además, los cambalaches y trapicheos que hacen cuando se juntan varios son impresionantes. A veces los que hablan inglés se ponen a negociar contigo en nombre de los que no lo hablan, no sé si por compañerismo o por una comisión. Vamos, un pandemonio.

Aquí resumo algunos de sus argumentos para pedirte un pastón, sobre todo cuando les dices que ya has hecho ese trayecto, que ahora vas de vuelta y que te ha costado la mitad.

·         Tarifa nocturna: No importa si realmente existe tal cosa en Hyderabad, porque aquí no hay tarifa que valga. Pero claro, cuando más tarde sea más te van a pedir y teniendo en cuenta lo pronto que oscurece aquí, no esperan mucho para pasar a los precios “de noche”.
·         Hay que dar un giro en “U”: ¡Esto es genial! Te dicen que la carretera es de un solo sentido para volver y que hay que dar un rodeo o hacer un giro en “U”. Que no sé por qué es tan costoso. ¿Hay un impuesto sobre los U-turns en India?
·         Sois muchos: En teoría, los autos, como los taxis, cobran por distancia, no por personas, pero cuando estás en un grupo pues te piden más. Lo único que tiene más dinero que un extranjero son… ¡varios extranjeros!
·         Es fiesta, hay una huelga de transportes…: “Júpiter está en la séptima casa”, lo que sea con tal de venderte la moto de que es un día especial y las “tarifas” (esos seres mitológicos) son más altas.




Yo no soy muy bueno regateando y además el tiempo que pierdes haciéndolo suele ser más valiosos que los 50 céntimos que te puedes ahorrar, porque, hablando en plata (es decir, en euros), por muy lejos que vallas, raro será que te cueste más de 3€.

Antoine se daba maña para negociar con los conductores de tuk-tuk (como él dice), mientras que Hitoshi no los soporta, los considera unos ladrones y les pega unas voces que no veas.

Por otro lado, hay veces que los conductores simplemente te dicen que no te llevan. También hay ciertos motivos comunes:

·         Está muy cerca: Con lo cual, para lo que van a sacar, pues no les apetece.
·         Está muy lejos: Y a pesar de la pasta, se ve que tampoco les apetece tener que alejarse tanto y luego volver a su “radio de acción”.
·         No saben dónde está: Aquí las calles no tienen carteles, la gente no se sabe sus nombres y los conductores de autos muchas veces no se conocen toda la ciudad. Hay que guiarse por landmaks (que si al lado de centro comercial tal, que si enfrente de hotel cual…) y a veces no es fácil. De todos modos, si te dicen que "no" por esto es que son honrados, porque muchos te dicen que “sí”, que “claro” y luego los ves más perdidos que una cabra en un garaje.

Sea como fuere, los rickshaws son el medio de transporte que más usamos, con lo que, en estos casi cinco meses, nos han ocurrido mil y una aventura con estos “autos locos”.

·         ¡Es gratis!: Mas de una vez, cuando les he dicho a los insistentes conductores que no necesitaba un auto, que iba muy cerca, me han respondido al final que “Free drop!” que iban en la misma dirección. Lo lamento, no puedo contaros si es verdad la historia del “viaje gratis” porque siempre he pasado de ellos.
·         El truco de la gasolinera: Consiste en decirte que no tienen gasolina y que les tienes que adelantar el dinero para que reposten. Después de esto, el tipo puede decirte que “jolín, es que está muy lejos” y pedirte aún más dinero por llevarte a tu destino. Pero bueno, ante esto la respuesta es fácil: “Contra el vicio de pedir la virtud de no dar”.
·         “Era por persona”: Se trata de negociar contigo un precio y luego venirte con que esa cantidad “era por persona”. Evidentemente, esto solo te pasa a partir de dos ocupantes. La solución es pagar lo acordado en primer lugar y salir de allí sin preocuparte lo más mínimo por las quejas del tío.
·         “No tengo cambio”: Pues eso, que le pagas con un billete de 100 y “¡Qué pena! No tengo cambio.” Lo malo de esto es que hasta puede ser verdad. Lo mejor es llevar siempre un surtido de billetes de 10 para los autos. En esta situación cada uno toma las medidas que os podéis imaginar.
·         Guía turístico: Algunos (pocos) conductores que dominan (es un decir) el inglés se ponen a hacer de guía turístico durante el recorrido. Su objetivo es sacarte una propina al final del viaje, pero muchos ni te la piden directamente, solo prueban suerte. Si no la piden yo hasta se la doy.
·         “Vamos a mi hotel”: No, tranquilidad, no es lo que estáis pensando. Algunos hoteles pagan una comisión a los conductores que les llevan turistas. Los tíos pueden ser muy pesados con esto, pero vamos, a decir que no mil veces y arreando.
·         “¿Quieren comprar perlas?”: Como en el caso anterior, algunas tiendas pagan a los autorickshaw drivers que les traen clientes. Yo siempre he pasado. De todos modos, a los conductores les pagan solo por llevarte, da igual si compras o no, con lo que hasta puedes negociar con ellos tu precio y tu ruta en base a esto. Puede ser una opción para recorrer la ciudad en plan turista.
·         Seguridad y confort: Algunos conducen como maniacos, otros pillan todos los baches de la carretera. Unos van hablando por el móvil, otros van escupiendo esa cosa parduzca que mascan continuamente, sacando a ratos la cabeza del vehículo. Unos pocos ponen música a tope (y hasta bailan mientras conducen) y algunos se van riendo todo el camino, seguramente pensando “¡Cómo he timado a este idiota!”.
·         Te cuentan su vida: Hombre sé que esto no es exclusivo de los drivers de Hyderabad, pero sus vidas pueden ser muy curiosas. En Navidad, un conductor católico nos enseñó las cicatrices de sus brazos. Según él, se las había hecho la policía durante una manifestación de católicos, enfurecidos por el estreno de El código Da Vinci. Eso no lo oyes en Madrid.




Solo hubo una vez chunga, en la que el conductor trató de usar con nosotros la lista entera de artimañas y dijo que o más pasta o no nos llevaba, cuando quedaba un trecho para llegar. Hitoshi, que había accedido a darle el dinero para gasolina, le empezó a gritar como un poseso, le puso de vuelta y media… y si yo no le saco de ahí no sé lo que pasa. Pero llegábamos tarde a la oficina de extranjería y más nos valía ir andando.




Yo también tuve mi propio encontronazo con otro conductor, pero es una historia larga y ya la contaré en otro post. En vez de contar más “movidas” quiero terminar diciendo que a pesar de todas estas peripecias, la mayoría de las veces no pasa nada. Así como hay muchos conductores timadores o malos profesionales, los hay súper honrados, experimentados al volante y que se conocen la ciudad al dedillo. Lo que quiero decir es que “en todas partes cuecen habas” y que los autorickshaw drivers de Hyderabad no son una excepción.

Sin embargo, este blog sería muy aburrido si cuento decenas de viajes sin ningún problema ni sobresalto, me debo a mi público y sé que mi público quiere “chicha”. Así que, perdonad mi sensacionalismo, pero si a Tele 5 le funciona, supongo que a mí también.

Terminemos pues, con el lema del Real Colegio de Autorickshaw Drivers de Hyderabad:

-¡¿Auto?! ¡¿Auto?! ¡¿Auto?! Sir, ¡¿auto?! ¡¿Auto?!...



No hay comentarios:

Publicar un comentario