sábado, 14 de enero de 2012

Año Nuevo


Tras la agitación de la Navidad, todavía nos quedaba el fin de fiesta: Nochevieja. Yo en España hace mucho que ya no voy a ninguna fiesta de Fin de Año. Como muchos sabéis, mi Nochevieja consiste en meterme en una casa con un montón de frikis, jugar al rol y otros juegos hasta que se nos fundan las neuronas (algunos vienen con las neuronas fundidas de casa, pero ese es otro tema) y comer toda clase de porquerías.

Pero aquí, como ya os he dicho, la diversión no es que abunde y le propuse a Hitoshi ir a una de esas macrofiestas que despiden el año. 

Mi calle, la Road No. 7, desemboca en la Road. No. 1, una de las calles principales de la ciudad, justo en el punto donde se yergue el GVK One, otro pedazo de mall. Allí está el Hard Rock Cafe de Hyderabad, así que nos quedaba a tiro de piedra y la solución era obvia. De nuevo, nunca iría al Hard Rock de Madrid, pero aquí la oferta es más escasa y sustancialmente más barata.




Se lo dijimos a Antoine y nos fuimos los tres a comprar las entradas. Al entrar al local, nos sorprendió la familiaridad, colegueo y estilo ameriyankee del recepcionista. Nos saludó con un What´s up, dude o algo parecido y chocando los cinco en plan rapero.  En Madrid esto me podría haber parecido raro, pero aquí es impresionante, porque la costumbre aquí cuando conoces a alguien es… Nada. Ni dar la mano, ni reverencias, ni siquiera un triste Namaste… y ni hablar de dos besos, claro. 

Tras el shock, nos acompañó a la tienda de goodies y nos explicó cómo iba el tema. Antoine dijo que no le interesaba (es un outsider) pero Hitoshi y yo nos pillamos una “Entrada de Soltero” (nos hubiera salido mejor una de “Pareja”, pero… aquí puede ser problemático). Era una fiesta en plan yankee, es decir, la fiesta empieza a las nueve y de hecho, termina a las 12:00. Ya sé que para nosotros eso no es una fiesta de Nochevieja, pero aquí salir después de las 24:00 es impensable.

Eso sí, la entrada no solo te da derecho a barra libre de IMFL (que tuve buscar en Google y quiere decir Indian Made Forein Liquors, que es como decir tortilla española hecha en India), sino también a barra libre de comida Veg y No Veg. Había también una entrada VIP que te permitía elegir entre más platos y por supuesto, beber alcohol de importación, pero como yo soy abstemio y Hitoshi ratilla, pues “Stag” para los dos. 




Aprovechamos para ver el local y bueno, pues es muy chulo, claro, como cualquier Hard Rock y el de Hyderabad en concreto, es inmenso, con un escenario para música en directo y todo (que el 31 estaría ocupado por el DJ número 1 de Hyderabad... ¡Toma ya!). Nos despedimos de nuevo como surfistas californianos y volvimos a nuestro home spicy home.

Tras una semana de espera, Hitoshi y yo, con nuestras mejores galas smart casual, nos encaminamos a la fiesta, no sin antes despedirnos de nuestros compañeros que seguían trabajando. Algunos nos dedicaron una mirada en la que se podía leer: "Ahí van a emborracharse, decadentes bárbaros”.




Llegamos al Hard Rock a las 21:00 en punto (voy con un japonés, claro). Nos pusieron una pulserita roja y a disfrutar… El local estaba como a media entrada, pero el ambiente no era muy de fiesta: la gente estaba sentada comiendo a dos carrillos y bastante parados. De modo que nosotros nos dedicamos a comer también. Por aquí y por allá había bandejas con aperitivos y Hitoshi se puso a picotear de varios platos… hasta que yo, mirando y remirando, me di cuenta de que cada grupillo pedía su bandeja y que mi amigo nipón le estaba chorizando la comida a los demás. Lo bueno de ser guiri es que nadie te dice nada. Nos pedimos nuestra propia comida y nos pusimos tibios con cosas que no sabíamos ni lo que eran, aunque apuesto por pollo y paneer.





Tras matar el gusanillo nos dimos una vuelta por el local. Descubrimos que la entrada VIP te permitía acceder a la Zona Vip, donde los pijales estaban sentaditos en sillonazos y con mucho espacio para ellos. Había varios guardaespaldas como armarios roperos para que la chusmilla no babease(mos) encima de la beautiful people. Sería hipócrita decir que en España no hay clasismo, pero esta exhibición impúdica de India es chocante. De todos modos, la zona pija era un rollo. 

A Hitoshi le estaba cambiando un poco la cara. La comida no era gran cosa, la gente parecían extras de The walking dead, casi no había extranjeros (que son con los que Un Samurái se quiere relacionar) y lo peor para él… ¡No había mujeres!




Descubrimos que en Hyderaban las discotecas son locales donde van a beber y a bailar… ¡los hombres! 

Resulta que aquí es bastante raro que las mujeres vengan solas a cualquier otra actividad que no sea ir de compras (que para algunas es como su trabajo). No, no hay grupos de chicas en los clubs. Solo se las ve por ahí si las saca el novio. Ahora entendimos por qué las entradas eran de “Soltero” o de “Pareja”. El “gozo” de Hitoshi iba cayendo en un negro y oscuro “pozo” del que quería salir a base de cervezas.





Pero bueno, era pronto. La gente seguía llegando y en una hora el local estaba tan abarrotado como cualquier garito de moda de Madrid. Además, la barra libre empezó a hacer sus efectos y los indios, al borde del electroencefalograma plano hasta hace unos minutos, ahora empezaban a hacer corrillos de alegre bailoteo… masculino, claro. El número de mujeres se había multiplicado por cinco en esta hora, con lo que la cantidad total de féminas en el local era de… cinco.




Yo me decidí a pasármelo bien sea como o fuere, la cafeína de mi barra libre de Coca-Cola también me hacía efecto y me dejé llevar por la música dance de los noventa que estaban poniendo, haciendo algo que yo llamo "bailar" y la medicina "epilepsia". 

Mientras estaba a mi bola, un indio de unos treinta años y vestido como el presidente de las juventudes del PP, se puso a hablar conmigo. A mí eso solo me había pasado en Chueca y la verdad es que quizá soy un ciezo “prejuicioso “, pero esta camaradería masculina me resultaba algo rara. Por fortuna, Hitoshi le dio un poco de palique y nos fuimos alejando de él al ritmo de un remix dance de Super Mario Bros.




La música y la marea de gente nos separaron de nuevo y mientras cantaba a grito pelado “¡Tiene tremendo culo!”, siendo el único del local que sabía lo que decía, Hitoshi se acercó a mí con expresión desencajada y ojos chispeantes.

-He pescado a unas.

No necesitaba más datos para saber que se refería a su vellocino de oro, es decir “chicas europeas”. Le acompañé, un poco desganado y allí me encontré con dos chicas de veintipocos, un chaval de la misma edad y otro tan joven que no sé cómo lo habían dejado pasar. Eran unos turistas australianos que no sé con qué peregrina idea habían decidido pasar el fin de año en Hyderabad. Los chicos nos recibieron con sonrisas gélidas e intercambiando significativas miradas y entonces me di cuenta… ¡éramos unos acoplados!

-Nos vamos a por más bebida, ahora volvemos, ¿eh?

Uf, menos mal, después de eso sabía que no los volvería a ver. Le expliqué a Hitoshi lo que era un “acoplao” y creo que desistió de su búsqueda de mujeres.


¿Quién es el "acoplao"?



Siguió el baile, siguió la barra libre que era como un perpetuo primer día de rebajas en el Corte Inglés, siguió la música de baile ratonera... y entonces, ocurrió. El tema sonaba a todo volumen, yo seguí la coreografía como Dios me dio a entender y en ese momento se cumplió mi más secreto anhelo... Sabía que si vivía lo suficiente, sería el que mejor bailaba el "Danza kuduro" de toda una discoteca. Podréis decir que mi conocimiento de la lengua castellana me daba ventaja... Bueno, yo no he hecho las reglas.

A partir de ahí, todo se desarrolló como en un montaje de una peli de Guy Ritchie. La música era más “chunda-chunda”, el alcohol corría por doquier, los indios bailaban como locos... hasta creo que vi a una chica dando un pequeño saltito (¡Qué provocación!) y todo fue un loco crescendo hasta el esperado momento… la llegada del 2012.




La gente se volvió loca. Los miembros del personal del Hard Rock Cafe se subieron a la barra a bailar de forma sincopada. Los indios nos abrazaban con sus cuerpos sudorosos… Todos querían desear feliz año a los frikis extranjeros que bailaban con ellos… Abracé a más hombres que en toda mi vida… Supongo que eso es lo que pasa cuando no hay mujeres en un garito: no hay competencia, no hay presión, se impone una sana fraternidad… aunque a mí, si me tocasen menos, pues mejor.  





Pues así llegó el 2012, el año del fin del mundo, de la crisis, del dragón en poco tiempo… Y la verdad es que en aquel ambiente no me parecía tan poco plausible la idea del Apocalipsis. Nos encendieron las luces y los de limpieza se pusieron a barrer justo a las 00:30, mientras los empleados del Hard Rock nos insistían en que la fiesta se había acabado.






En ese momento el ánimo estaba por todo lo alto. Incluso Hitoshi, con lo disciplinado que es, se hacía el remolón para irse a casa. Pero tuvimos que salir a la calle, donde nos encontrarnos con un montón de indios curdas (o con apariencia de) montados en sus motocicletas y haciendo cabriolas locas. Todos nos saludaban y nos decían “¡Feliz año nuevo!”.

-¡Feliz año, no nos matéis! – Gritaba yo mientras cruzaba la carretera a saltos.




Y así llegamos a nuestra casa, donde todo estaba ya en silencio y nada hacía sospechar que acabábamos de estrenar otro año. En mi cuarto, me dediqué a felicitar el año desde el futuro, hablando con mi familia mientras pelaban uvas en cadena o publicando mensajes en Internet. Me quedé despierto hasta que dieron las campanadas de la Puerta del Sol (que escuché por la radio) y me fui a dormir antes de que se me ocurriera bajarme una foto de internet de chocolate con churros… eso sí que hubiera sido muy triste…




Feliz 2012 con retraso y feliz Año Nuevo Chino con adelanto.

1 comentario:

  1. Muy bueno hermanito y feliz 2012.
    Eso si que es una fiesta llena de indios y no una celebración de Atleti.
    He decirte, y no es pasión de hermano, que eras el que más destacaba de toda la disco, además del mejor vestido, muy chula la camiseta.
    Saludos.

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