sábado, 5 de noviembre de 2011

De cine

Muchos se quedaron con ganas de saber si fui o no al cine finalmente. Ha llegado el momento de desvelar ese misterio.
Los cines de Hyderabad se dividen en horribles y excelentes. Como casi todo por aquí, no hay término medio. Los cines que no son horribles se encuentran, indefectiblemente, en los centros comerciales.



Hay un mall cada dos pasos en Hyderabad y son iguales o incluso mejores que los de España. Eso sí, mucho más pijos y exclusivos. La tienda más “cutre” que he visto en un centro comercial es un Mango, lo demás es de Tommy Hilfiger para arriba y siempre con varias joyerías y tiendas de lujo al lado.


Si uno no sabe si un edificio es un mall (que aquí a veceses difícil), solo tiene que fijarse en la puerta. Delante de la entrada de cada centro comercial hay un bonito arco detector de metales. Tras cruzarlo, un indio mal encarado (creo que lo piden en el perfil de segurata) te cachea someramente. La verdad es que desde que estoy en Hyderabad me han tocado más hombres que en toda mi vida.
Suelen tener, unos pasos más atrás, a una india mal encarada para cachear a las mujeres, claro. Sin embargo, a veces no se la encuentra por ningún lado y solo hay indio varón. No, no os asustéis, en este caso las mujeres pasan sin cacheo. ¡Qué brecha en la seguridad más clamorosa!


Una vez se pasa este trámite eres libre de entregarte al consumismo vil, sin embargo, debes tener algo muy presente… ¡conserva todos los tickets!
La primera vez que compré en el supermercado de un centro comercial me iba sin coger el recibo… En ese momento, la cajera (bastante mal encarada para ser cajera, pero no lo suficiente para “cacheadora”) me gritó con expresión de terror que cogiese el ticket. Así lo hice, claro, aunque no veía muy factible que viniese al devolver el 7UP porque no era mi talla… ¡qué paranoica!
Pero no es paranoia si de verdad te persiguen. Resulta que para salir del mall otro segurata distinto (mal encarado también, no obstante) puede pedirte que le enseñes los tickets de los artículos que llevas para ver que de verdad los has pagado. El tipo te los sella (o te los grapa) y ya eres libre para salir con tu lícito botín.
A la salida de los centros comerciales es donde están las taquillas de los cines. Tienes que comprar la entrada allí y coger un ascensor hasta la última planta, donde está el cine propiamente dicho.
Aquí hay una gran afición al cine, si bien lo que atrae a las masas es el cine en hindi de Bollywood y en telugu de Tollywood. Debajo del nombre de la película siempre  viene reseñado el idioma (incluido el “Hinglish”, es decir, el inglés como lo pronuncian aquí), subtítulos no hay, claro. Bueno, miento, a veces, las películas en inglés tienen subtítulos... ¡en inglés! Sí, absurdo.


Hay pocas películas en inglés y suelen ser solo las superproducciones de acción y ciencia ficción de Hollywood. Lo bueno es que las salas están mucho más vacías en las pelis americanas y es difícil quedarse sin entradas por mucha cola que veas.
En los cines indios hay dos tipos de entrada, ya se llamen Gold y Platinum o Executive y Businessman o cualquier otro nombre pijo y rimbombante, hay unas mejores (centraditas y tal) y las normales. Si no dices nada te dan directamente la normal que vale unos dos euros (las buenas valen menos de cuatro, tampoco es un lujo, vamos).
Ya me habían dicho que la seguridad del cine era más exhaustiva, pero cuando vi al mal encarado de turno ajustándose unos guantes de látex al verme, me pregunté: ¡¿Cómo de lejos llevan esto de la seguridad?!
Afortunadamente, lo único que te pedían es que enseñes el contenido de tus bolsillos, más que nada para que la gente no se ponga a grabar un screener, no porque teman un ataque de Pakistán durante la proyección de Harry Potter, perdón, Hari Puttar.


Una vez dentro puedes disfrutar de un cine de primera categoría. Tienes tus mostradores para comprar palomitas, bebidas, chuches… además de hamburguesas y otros snacks indios y fast food de la región. Te lo sirven en una bandejita especial para poder llevarlo todo con una sola mano sin peligro de derramamiento de soda, algo que yo echo en falta en España.
Los asientos son reclinables y súper cómodos y el espacio para los pies es muy grande. Las pantallas son buenas y desde que estoy aquí no ha habido problemas con los proyectores y proyeccionistas (lo digo, porque en Madrid es el pan nuestro de cada día).


¿Diferencias? Las hay.
La primera es la publicidad, claro, que se divide en anuncios en inglés de marcas internacionales, anuncios en hindi de marcas pijas indias y anuncios en telugu de negocios locales que son el equivalente Hyderabadi de los anuncios de Pescaderías Coruñesas y Salones Sol y Aire…  Eso sí, no hay Movierecord… ¡Sigh!
La segunda es que a mitad de la peli, se encienden las luces y se para la proyección para hacer un bonito intermedio de unos cinco minutos. El motivo es que las pelis indias duran tres horas. En las pelis de Hollywood queda un poco tonto, pero lo hacen igual. Eso sí, el proyeccionista de alguno de estos cines creo que es el mismo tío que pone la publicidad en Antena 3, porque no le importa dejar a Hugh Jackman o a Milla Jovovich con la palabra en la boca. Lo mejor es que memorices la frase que estaban diciendo porque no la van a repetir.
La tercera diferencia concierne al cine en tres dimensiones. Cuando compré mi entrada para mi primera peli en 3D descubrí que… ¡vale lo mismo que una para 2D! ¡Gente, en Europa nos están timando!
 Aquí, cuando estás ya sentadito en la sala viene otro tipo a repartir las gafas (por cierto, mejores ue las de España) pidiéndote otro euro y medio por ellas. Ya está, me dije, no podía ser tan bonito. Pero no, resulta que es solo una fianza y que a la salida tú les devuelves las gafas y ellos te dan tus 100 rupias.
He visto ya varías pelis en varios cines y me lo he pasado muy bien. Pero lo que más me ha gustado no ha sido la trama, ni los actores, ni las butacas… No. Lo que más me ha gustado ha sido… ¡el inglés! Dios, os aseguro que después de estar oyendo todo el día este “Hinglish”, escuchar a gente hablar inglés de verdad es una liberación. Casi lloro oyendo a tanto americano, australiano, británico… ¡Qué bonita es la lengua de Mark Twain cuando se pronuncian sus diptongos y sus doce vocales!
Pues nada, salí de mi primera peli en Hyderabad con lágrimas en los ojos y por primera vez, no era por causa de la polución ni del picante.
¡Silla!

No hay comentarios:

Publicar un comentario