Vivo en Banjara Hills, el barrio más caro de toda India, pero, claro… es India.
Desde luego, cuando mi jefe me dijo que era un sitio “posh” no me esperaba ver escombros por la calle, postes de teléfono derribados, suciedad a mansalva…
Eso sí, al lado de una casa que en España sería casi una chabola, hay un moderno edificio de acero y cristal; al lado de un solar lleno de basura, una mansión…
Yo vivo en una habitación inmensa, con un baño inmenso y tengo una terraza enorme y fresquita. Claro que aquí todo es viejo, cutre y parece sucio, la mayoría de las veces porque ESTÁ sucio.
¡Ah, la limpieza, espinoso asunto aquí! Permitidme que este post se lo dedique a mi hermana, de quien siempre me acuerdo al tratar este tema.
Cuando llegué a mi habitación el primer día, aquello estaba que daba miedo. El caso es que llegué antes de tiempo (¿increíble, verdad?) y al llegar mi jefe me pidió perdón y me dijo que esa habitación hacía mucho que no se usaba (algo que me huele a mentira) y que ahora mismo mandaba a la señora de la limpieza.
Cuando volvimos, a las dos horas, Sharad, mi jefe, me dijo al ver el cuarto “limpio”:
-Bueno, esto es otra cosa, ¿eh?
Supongo que hay que darle una interpretación de corte filosófico, a lo Heráclito (“no puedes bañarte dos veces en el mismo río”) porque, bueno, quizás el polvo estaba distribuido de otra manera, pero…
-¡Excelente trabajo! – Respondí.
Lo dije sinceramente. Hay que ser todo un profesional para conseguir no hacer nada durante dos horas. ¡Algo haces, aunque sea por no aburrirte! Pero no, la buena señora está por encima de eso.
-Bueno, ahora a descansar – Me dijo Sharad mientras cerraba la puerta.
Ni que decir tiene que me pasé toda la tarde limpiando mi cuarto, con toallitas húmedas, que es lo único que tenía. Tampoco es que consiguiese mucho más que la india, pero me hice la ilusión de desinfectar un poco.
Todos los días la “limpiadora”... pues eso, “limpia” mi cuarto. Para los indios, limpiar es barrer el suelo con una escoba de paja de esas que usaba mi abuela en la Aldea. La india esta nunca lleva cogedor, así que no sé muy bien lo que hace con la porquería: la tira por el balcón, se la come… Y lo siento por los curiosos, no lo pienso averiguar.
¡Eso es limpiar! ¡Ya está! Nada de desinfectar, quitar las telarañas, pasar el plumero, limpiar los muebles o el baño. Creo que es más un ritual que una limpieza en serio.
Ya no es un problema de que sean pobres o cutres, no, es que tienen otra idea de la higiene y tampoco tienen muchos escrúpulos con la comida.
En el supermercado tienen autoservicio de fruta y verdura. Iluso de mi, me puse a buscar los guantes y las bolsitas de plástico… ¡JA, JA! Tiene unas cestitas roñosas, que una vez has rebuscado bien entre la verdura con las manazas (recordemos que los indios se limpian el buyamen con la mano), te sirven para que otra india, sin guantes, te los pese y les ponga una pegatina con su precio sobre la propia pieza de fruta o lo que sea.
Y os aseguro que hay que rebuscar mucho para encontrar un espécimen de vegetal que te quieras comer.
Cuando estaba en Madrid y limpiaba cada mes me sentía un guarro, ahora pensaré que soy neurótico hipocondriaco adicto a la limpieza… ¡Gracias India!